Sinónimos de hoguera

Una esperanza un huerto un páramo una migaja entre dos hambres el amor es campo minado un jubileo de la sangrecáliz y musgo, cruz y sésamo pobre bisagra entre voraces el amor es un sueño abierto un centro con pocas filiales un todo al borde de la nada fogata que será ceniza

El ardimiento juvenil en sus comienzos es fogoso, pero languidece fácilmente y no dura; es el humo de una fogata liviana.

¡El fuego se está encendiendo! ¡Y si ardemos, tú arderás con nosotros!

¿En qué profundidades distantes, en qué cielos ardió el fuego de tus ojos?

...es lo que decimos cuando no queremos mostrar nuestra debilidad, decimos, Bien, aunque nos estemos muriendo, a esto le llama el vulgo hacer de tripas corazón, fenómeno de conversión visceral que sólo en la especie humana ha sido observado.

Tiendo más, por naturaleza, al ocio y a la meditación que al trabajo, pero de cuando en cuando, los problemas económicos me obligan – pues la meditación proporciona tan pocos ingresos como el ocio – a aceptar lo que se llama un empleo.

¿No era tu sonrisa el bosque resonante de mi infancia? ¿No eras tú el manantial la piedra desde siglos escogida para reclinar mi cabeza? Pienso tu rostro inmóvil, brasa de donde parten la vía láctea y ese pesar inmenso que me vuelve más loco que una araña encendida agitada sobre el mar.

Esa engañosa palabra mañana, mañana, mañana, nos va llevando por días al sepulcro, y la falaz lumbre del ayer ilumina al necio hasta que cae en la fosa.

Escribir una sola palabra es encender la lumbre del misterio. Escribir más de una palabra es un incendio.

Conozco a centenares de maridos que serían felices de volver al hogar si no hubiese una esposa esperándoles.

¿Qué se siente, qué se siente, al estar contigo misma al estar sin un hogar como una completa desconocida como un canto rodante?

La paz se llama hoy desarrollo de los pueblos, a los que todavía faltan demasiados cosas necesarias a la vida.

Cuando un hombre quiere matar un tigre, se llama deporte; cuando un tigre quiere matar a un hombre se llama ferocidad

¿No era tu sonrisa el bosque resonante de mi infancia? ¿No eras tú el manantial la piedra desde siglos escogida para reclinar mi cabeza? Pienso tu rostro inmóvil, brasa de donde parten la vía láctea y ese pesar inmenso que me vuelve más loco que una araña encendida agitada sobre el mar.

Porque tus ojos son bellos, porque la luz de la aurora sube al Oriente desde ellos, y el mundo su lumbre dora.

¡Qué hermoso es ver el día coronado de fuego levantarse, y a su beso de lumbre brillar las olas y encenderse el aire!