Sinónimos de infierno

Tomad un buen desayuno, puesto que hoy cenaremos en el hades

No presumo de ir hacia un falso ideal de estoicismo, pero evito las ocasiones de sufrimiento y las atracciones peligrosas, de las que ya no se vuelve.

Deme una novela bien triste, con mucho sufrimiento a causa del amor, y con un final feliz.

Amor de cada instante... Duro amor sin delicias: cadena cruz, cilicio, gloria ausente, esperada, gozo y tortura a un tiempo.

La tortura es algo tan vergonzoso, pero es aún peor si se convierte en la política oficial de una democracia. Es una contradicción y es inaceptable.

Sobresalir es incomodar; las medianías se creen insuperables y no se resignan a celebrar el mérito de quien las desengaña. Admirar a otros es un suplicio para los que en vano desean ser admirados. Toda personalidad eminente mortifica la vanidad de sus contemporáneos y los inclina a la venganza

El Cristo del Evangelio es un demagogo. Por añadidura, padeció un suplicio que desde hace mil novecientos años todos los pueblos cristianos consideran como un grave error judicial.

Las desgracias que podemos soportar vienen del exterior; son accidentes. Pero sufrir por nuestras propias faltas... Es ahí donde reside el tormento de la vida.

Es un placer repleto de tristeza, es un tormento ornado de alegría, un desespero donde siempre se espera, un esperar que siempre desespera.

Lo característico de la vida actual no son la inseguridad y la crueldad, sino el desasosiego y la pobreza.

Lo característico de la vida actual no es la inseguridad y la crueldad, sino el desasosiego y la pobreza.

¡Oh, Dios! ¿Acaso dudáis de que es mi hijo? ¿Podría experimentar esta angustia si no fuera su padre? ¡Salvadlo, buen príncipe, salvadlo, y haced conmigo lo que queráis!

Sólo a través de la mujer llegó el hombre a gustar del árbol del conocimiento — ¿Qué había ocurrido? Al viejo Dios lo invadió una angustia infernal. El hombre mismo había sido su máximo fallo.

La agonía física, biológica, natural, de un cuerpo por hambre, sed o frío, dura poco, muy poco, pero la agonía del alma insatisfecha dura toda la vida

Para mí la patria, no será nunca triunfo, sino agonía y deber.

Bien podría ser que Lisboa, contrario de lo que parecía, no fuera ciudad, sino mujer, y la perdición solo amorosa, si el restrictivo adverbio tiene cabida aquí, si no es ésa la única y feliz perdición.

Y regresé a la maldición del cajón sin su ropa, a la perdición de los bares de copas, a las cenicientas de saldo y esquina, y, por esas ventas del fino Laina, pagando las cuentas de gente sin alma que pierde la calma con la cocaína