Sinónimos de inventor

Y quiero callar porque no digan que miento pero el tiempo, descubridor de todas las cosas, lo dirá cuando menos lo pensemos.

Creatividad es ser un descubridor permanente de nuevos problemas.

El hombre es el verdadero creador de su destino. Cuando no está convencido de ello, no es nada en la vida.

La necesidad del creador viene antes que la necesidad de cualquier posible beneficiario. Aún así todo, se nos ha enseñado a admirar al que reparte dádivas que no ha producido por encima de aquel que hace posibles las dádivas. Elogiamos un acto de caridad. Nos encogemos de hombros ante el éxito del productor.

¿Por qué, niños, no aprendéis las canciones? Las canciones sirven para elevarse, para atestiguar el propio valer, para aprender sociabilidad, para aprender a odiar, para servir en casa al padre y fuera de casa al soberano.

Como lo sabe cualquier padre de un niño pequeño, la conversión de un objeto grande en fragmentos pequeños es significativamente más fácil que el proceso inverso. (Los físicos incluso le han dado un nombre a este efecto: segunda ley de la termodinámica).

El castigo del embustero es no ser creído aún cuando diga la verdad.

Al embustero no se le da crédito ni siquiera cuando dice la verdad.

Como suele decirse, persigue al mentiroso hasta el umbral de su mentira

El poeta es un mentiroso que siempre dice la verdad.

Nada proporciona tanto placer a un autor como el encontrar sus propios trabajos respetuosamente citados por otros doctos autores.

Quien no calla el hecho, tampoco callará su autor

El hombre es el artífice de su propia felicidad

El sabio es artífice de su propia fortuna.

El amor es inventivo hasta el infinito

Estamos redescubriendo el tiempo, pero es un tiempo que, en lugar de enfrentar al hombre con la naturaleza, puede explicar el lugar que el hombre ocupa en un universo inventivo y creativo.

Dell no es un fabricante de PC de consumo

Yo que me pierdo en la sangre de todos: yo, el mal poeta, el fabricante de paraguas nocturnos que ama el nombre de los ríos y pelea contra la estatua ecuestre de la mala poesía.

Hay que leer a Quiroga, hay que leer a Felisberto Hernández y hay que leer a Borges. Hay que leer a Rulfo, a Monterroso, a García Márquez. Un cuentista que tenga un poco de aprecio por su obra no leerá jamás a Cela ni a Umbral. Sí que leerá a Cortázar y a Bioy Casares, pero en modo alguno a Cela y a Umbral.

De modo que por fin había sucedido: estaba a punto de convertirme en ladrón, en un afanador de leche de tres al cuarto. En esto se había transformado el genio de genio pasajero, el cuentista de un solo cuento: en ladrón.