Sinónimos de incertidumbre

Las divisiones de la relación social existen de veras, son reales, él no las niega y escucha con confianza a todos los que (muy numerosos) hablan de ellas; pero para él, y sin duda porque fetichiza un tanto el lenguaje, estas divisiones reales quedan absorbidas por su forma interlocutiva: es la interlocución lo que está dividido, alienado: vive así toda la relación social en términos de lenguaje.

El conquistador es siempre un amante de la paz; preferiría sin duda someter nuestro país sin tener que combatir.

Sin vacilación profetizo la ruina a aquel Estado en el que la ley depende del poder del gobernante y no es ella misma quien gobierna.

Sembrar el terror... eliminando sin escrúpulos ni vacilación a todos los que no piensen como nosotros

La alondra me despierta con un tímido ensayo de canción balbuceante y un titubeo de sol en el ala inexperta.

Y en este titubeo de aliento y agonía, cargo lleno de penas lo que apenas soporto. ¿No oyes caer las gotas de mi melancolía?.

La incertidumbre erosionaba sus pensamientos, y sentía la amargura que de la indecisión puede alimentar.

No hay hombre más infeliz que aquel para quien la indecisión se ha hecho costumbre

Una de las tragedias del hombre es la irresolución de su vida entre los dos polos del enamoramiento: la sensualidad y el amor.

Lo característico de la vida actual no son la inseguridad y la crueldad, sino el desasosiego y la pobreza.

Juntamente con la idea del amor romántico, otro concepto se le reveló: el de la belleza física. Ambas ideas eran probablemente las más destructivas de la historia del pensamiento humano. Ambas nacían de la envidia, medraban en la inseguridad y terminaban en la desilusión.

El placer puro no existe: siempre va acompañado de alguna inquietud

Un libro, como un viaje, se comienza con inquietud y se termina con melancolía.

Basta saber que aquesta tan sencilla y tan pura amistad quiso mi hado en diferente especie convertilla, en un amor tan fuerte y tan sobrado, y en un desasosiego no creíble, tal que no me conozco de trocado.

Busco un fin de semana desasosiego busco evadirme que coño busco ciego

Pero estas reflexiones rara vez ocuparon mi mente; me abandonaba al paso de las horas y, si alguna vez me embargaban pensamientos desagradables, los desechaba rápidamente. Cuando admiraba el verde recinto en que me hallaba prisionero, me inclinaba a pensar que estaba en un valle de ensueños y que más allá de las montañas sólo había un mundo de ansiedad y preocupaciones.

El cansancio que tengo es infinito; todo el dolor del mundo lo he probado; un laberinto de ansiedad habito y a tientas me revuelvo en lo intrincado.

Acumular riquezas proporciona gran zozobra

Siempre es grato elevar nuestro pensamiento a los días de la infancia, esa edad de ilusiones color de rosa, en que libres de toda zozobra sobre el mañana, creemos que el mundo no se extiende más allá de nuestros juguetes y del espacio que abarcan nuestros ojos.

Los celos iracundos de algunas hembras significan, antes que el temor de perder un amante, el recelo de que se cierre un bolsillo

Tengo recelo del Gobierno y desconfío de los políticos; pero como es preciso tener un gobierno prefiero que sea democrático

El hombre normal no duda ante nada y no sospecha nada

Auto respeto— El sentimiento de seguridad de que nadie, hasta ahora, sospecha nada

-Hablar de otro mundo distinto de éste carece de sentido, suponiendo que no nos domine un instinto de calumnia, de empequeñecimiento y de suspicacia contra la vida.

Si no sabemos hacia qué futuro nos lleva el presente, como saber si merece nuestra adhesión, nuestra desconfianza o nuestro odio

En los negocios de la vida no es la fe lo que salva, sino la desconfianza

Las ideologías nos separan; los sueños y la angustia nos unen.

En la lucha, las horas de hastío y de angustia pasan rápido, inadvertidas.

No nos vimos nunca pero no importaba, mi hermano despierto mientras yo dormía, mi hermano mostrándome detrás de la noche su estrella elegida

Esta noche el dragón luciérnaga volverá a atacarnos. Desgraciadamente, estamos ahora muy débiles y nuestro número ha sido diezmado. Nuestras defensas están quemadas o destruidas. El dragón luciérnaga nos matará a todos.

El pasado es una colección interminable de horrores que sólo merece el más completo de los olvidos; el futuro, una incógnita poco confiable que es preciso asegurar; el presente, el campo de batalla donde hay que garantizarse la vejez.

Recuerden... Que los verdaderos derechos se deben conquistar, que es necesario vencer los conservadores, rutinarios retrógrados, los temerosos de lo nuevo, los amantes del pasado, que es necesario vencer el temor de los políticos que ven con recelo esa incógnita que encierra el voto femenino (y tal vez sea éste el mayor obstáculo).

En el vasto campo de la intriga hay que saber cultivarlo todo: hasta la vanidad de un necio

Un corazón formado en la intriga y habituado al crimen no puede ocultar por mucho tiempo el veneno que lo alimenta, y aunque la explosión de su malicia se dilata algunas veces, al fin se descubren sus progresos.

Mientras haya hombres necesitados de alegría, hombres que, agotados por la tensión trágica de las pasiones, quieran escuchar la música misteriosa de la poesía que fluye quedamente de las cosas, las novelas de Dickens retornarán también incesantemente.

Lo único bueno que tienen esos días de miedo y tensión (exámenes) es que consiguen que te olvides de cualquier otro problema. Durante esa semana cada estudiante está demasiado preocupado por salvar el pellejo como para perder el tiempo con otras preocupaciones

La vida es la hipoteca del alma: aunque uno salga con buenas intenciones, ir avanzando implica cometer traiciones, con los demás o con uno. Hay quien tiene la fortuna de no caer demasiado en ello y quien directamente es un hijo de puta, pero el dilema sobre si hacemos o no lo correcto lo tenemos todos.

No somos disparados a la existencia como una bala de fusil cuya trayectoria está absolutamente determinada. Es falso decir que lo que nos determina son las circunstancias. Al contrario, las circunstancias son el dilema ante el cual tenemos que decidirnos. Pero el que decide es nuestro carácter.

El desarrollo tecnológico, controlado por un reducido número de grupos privados, ha llevado al Estado capitalista al cenit de su potencia; pero, al mismo tiempo, a un punto álgido de la crisis de ese tipo de Estado.

Las decadencias consisten siempre en una cesión, una dimisión, un abandono. Representan una crisis de la vitalidad.