Sinónimos de envanecido

No seas jamás humilde con los soberbio, ni soberbio con los humildes.

Ya contemplo al valiente guerrero que hasta en sueños su mano esforzada, busca incierta, anhelosa, la espada para herir al soberbio invasor.

Odio la publicidad, sinceramente. He pasado por la piedra de molino de las entrevistas y las considero una pérdida de tiempo. El tipo que encuentro en esas entrevistas haciéndose pasar por mí suele ser un engreído al que no me gustaría conocer.

Soy nicaragüense y me siento orgulloso de que en mis venas circule, más que cualquiera, la sangre india americana que por atavismo encierra el misterio de ser patriota leal y sincero

El pueblo brasileño debe estar orgulloso de lo que Pelé ha hecho para promover y defender al país

Siempre he creído que el artista trabaja en un ambiente de angustia y desvelo, pero no pierde su sonrisa y simpatía, porque al fin y al cabo es el dueño de un tiempo que no se mide con el reloj.

Me siento más libre y no le tengo miedo a mis sueños. Siempre he creído que en la vida tienes que trabajar en lo que te haga feliz, antes de pensar en complacer a los demás.

Se ve más el vicio que la virtud, porque el vicio es vanidoso y la virtud modesta

El vanidoso necesita de los demás, busca en ellos la confirmación de la idea que quiere tener de sí mismo.

La soberbia no es grandeza sino hinchazón; y lo que está hinchado parece grande pero no está sano.

Obra vuestra ha de ser el desinflar a este hinchado y amoldarle a lo que conviene

Abres en vano el pico, gorrioncillo huérfano.

El hombre posee gran razonamiento, pero en su mayor parte vano y falso; los animales lo tienen menor, pero útil y verídico, y más vale una pequeña certeza que un gran engaño.

Y en cuanto a las mujeres, me estoy afirmando continuamente que son el ancho camino real que conduce a la Divinidad.

No siguió el camino más ancho hacia la eternidad, ni tampoco el más angosto, sino que, a fuerza de rezar mucho y disfrutar de una buena mesa, eligió uno intermedio, que podríamos denominar clerical principesco.

Todo lo que obtenemos, aparte de los dones gratuitos con que nos obsequia la naturaleza, ha de ser pagado de una u otra manera.

La avaricia y la vanidad son los oficiales de alistamiento de la maldad: una vez pagado el dinero, la conciencia escapa corriendo.