Sinónimos de candente

Hombres de amianto cruzan sin chamuscarse los incendios de inoperancia que han encendido

Cada vez está más triste y más violento el corazón de Canek. Antes hablaba y decía su pensamiento. Ahora casi ha enmudecido; aprieta los puños y se va solo por los caminos de espinas, de piedra y de sol. Le acompaña su sombra. En los ojos de Canek se ha encendido la sangre de los indios. La sombra de Canek es roja.

¿Quieres amar? Recita las letanías del amor y las palabras crearán el deseo ardiente de donde se imagina el mundo que brotan.

Desde la frente, que es lámpara lírica, desborda su acento como un aceite de aroma y de gracia la ardiente poesía.

Cerveza caliente y mujeres frías, simplemente no encajo. En los tugurios en los que he entrado tambaleándome esta noche, así ha sido.

¡Ah, qué caliente la piel de una mujer, la piel que esconde!

Todos debéis trabajar por el bien inestimable de la unión: los pueblos obedeciendo al actual gobierno, para libertarse de la anarquía; los ministros del santuario dirigiendo sus oraciones al Cielo; y los militares empleando su espada en defender las garantías sociales

El problema actual es que muchos consideran imposible lo que podrían cumplir si se esforzaran.

Lo que hace que la profesión de escritora sea animada y apasionante es la constante posibilidad de fracasar.

Siempre me interesó lo creativo, sobre todo, lo que se aplica al hombre y a su medio. Con la pintura pude desarrollar todo eso. Es un medio apasionante y peligroso

En tu espada de hierro vivo y como mariposa de tu hechizo palpitante al fuego vuelo.

Yo sabía algo de esa clase de amor. Sabía lo que era desnudar tu corazón palpitante y temer, cuando lo hacías, que los latidos se oyeran demasiado y te delatasen.

Estoy demasiado enardecido y abrasado por pensamientos propios, a tal punto que muchas veces me siento sofocado.

Mi luz te piensa a ti, luz de mi vida, pasión mía, luz mía, fuego mío llama mía inmortal, noche encendida, cauce feliz de mi profundo río, arrebatada flecha, alba elegida, mi dulce otoño, mi abrasado estío.

A quince metros del cadáver ya no necesité guía alguno. Había detectado la inconfundible fetidez a muerte que se mezclaba con el peculiar olor arcilloso de los bosques. El olor a carne en descomposición no se asemeja a ningún otro y se percibía claramente en el ambiente cálido del atardecer, tenue pero innegable.

Cuando descubro un ser cálido descubro la frialdad del mundo.